“Otro lunes que despierto somnolienta. Anoche no conciliaba el sueño, pensaba en ese reportaje televisivo que muestra la guerra que termina. Eso no me dejaba dormir. Imágenes dolorosas, mujeres cansadas solas con sus hijos, algunos hombres caminando unos tras otros, pobrecitos, sin que comer, y mucho en que pensar.
Me acordé del sábado saliendo del centro comercial. Desearía haberme devuelto y darle algunas monedas a esa familia, pero solo tenía billetes. Ya no importa, no puedo llegar tarde a la oficina, debo tomar las órdenes de los clientes que venderán las acciones de esa hidroeléctrica. El gobierno vendió esa empresa, y con esa plata a construir vías, que van a quedar muy bien, y como ya no habrá conflicto armado todo será mejor. A viajar por tierra como antes. Si, el dólar ha bajado, pero no vale lo que antes, por lo que debo hacer más plata para volver a Miami, visitar mi tía, mis primos. O no sé, lo mejor será continuar conociendo mi país, nuevas vías.
Son las 10:00 a.m., así no puedo, no estoy concentrada, tengo sueño, pero a medio día me voy. Voy al centro comercial a cambiar el pantalón y la camisa que le compré a Mateo, no le gustó. Además aprovecho para comprar un perfume del que me enamoré. El próximo domingo no veré televisión en la noche, me aterra otro lunes igual, que horrible. Pero, aún no dejo de pensar en esos rostros que el sábado me siguieron, y esa niña con esa guacharaca. Después de pasar por el frente de ella, y cuando ya iba lejos y sin que alguien viniese detrás mío la seguía escuchando, ese sonido, ese “raspar”. La tocaba aun cuando ninguna persona desfilaba ante ellos. Me siento mal, tal vez el desayuno me hizo daño. En cuatro horas me voy y todo será mejor. Un analgésico y a trabajar, a decir verdad solo hasta esta hora es bueno llamar a los clientes, más temprano es molestarlos. Algunos aún duermen.
No me concentro. Pero debo hacerlo, debo vender algunos bonos que en poco tiempo van a cumplir, y tienen buena rentabilidad, y a esos clientes, con esa plata les compro acciones que estén baratas, que por cierto son muchas. Este año es el del rebalanceo, el nuevo despegue. Si bien el petróleo y el dólar han jodido la economía, el crecimiento económico ascenderá, nuevamente Colombia se hará sentir en los mercados bursátiles de América. Vamos a comprar acciones de petroleras, energéticas, financieras, constructoras; rentaran mucho y ¡serán un hit!
Me duele la cabeza, tomaré otra capsula, me aliviaré, y por la tarde, cuando salga del centro comercial, les daré algunas monedas a esa pobre gente. Me sentiré mejor. Es más cuando sea diciembre y visitemos la fundación que la empresa patrocina, les llevaré muchos regalos a esos niños mocosos. ¡Mi cabeza! ¡Veo borroso! ¡Ese olor! ¡Esas ropas! ¡Esas caras! ¡Ese maldito sonar! ¡Malnacida guacharaca! Agradezco a Dios por no lidiar con eso a la entrada de mi oficina, ni con vendedores ambulantes, ni gamines, nada de eso tiene que ver con lo hago, ni con mi profesión, ni con mis proyectos, no con mi vida”.
C. Averstasluz